Hoy hemos visitado el lugar donde Abel, un papá del colectivo, tiene todo lo necesario para convertir las preciadas aceitunas, que ayer recogieron nuestr@s niñ@s, en ese oro líquido que tanto nos gusta: el aceite.
Hemos caminado desde galaroza, pasando por depuradoras, y ríos, cuestas arriba y cuestas abajo hasta llegar a la finca donde Abel nos esperaba.
Lo primero que hemos hecho es limpiar las aceitunas, lo que quiere decir separar las aceitunas de las hojas y ramitas que las acompañaban.
Para ello teníamos una Zaranda. Un artilugio manual y artesano por donde las aceitunas iban pasando, las hojas caían por las rajitas y las aceitunas llegaban hasta otra caja ya limpias.
Luego ha llegado el momento de pesarlas... Abel nos ha mostrado un peso también manual y artesano, y hemos visto como funcionaba, sumando y restado, hemos logrado entre todas apuntar cuántos kilos de aceituna habíamos conseguido.
Después hemos visto como las aceitunas entran en una máquinas que las muele, y se convierten en una papilla que gira y gira hasta que se va viendo algo de aceite.
Hemos tenido paciencia para esperar como en algún momento comenzaba a salir un hilillo fino de aceite virgen extra, requete-ecológico. Hemos tenido la suerte de probarlo con nuestros deditos y nos ha sorprendido lo rico que estaba!!!!! Luego, de vuelta por ese sendero, algo más cansados, y con más saberes aprendidos!!!
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